dilluns, 9 de maig del 2011

CRÓNICA FINAL DE LA GALA DE UNOS ÓSCARS EXCEPCIONALES Y MUY ORIGINALES


Srta. Computer
El escenario se ha quedado totalmente oscuro. Las largas cortinas de terciopelo, de un color verde pistacho (a juego con los zapatos del Veí de dalt), han caído lentamente y reposan a ras del suelo de caoba. Una cronista de la gala, a sueldo del Qué? ya empieza a teclear su crónica en su Iphone, como si fuera  el Diario de una computer portátil.

Srta.Violette
El público ha empezado a levantarse y debate, alegre, la entrega de premios. Hay división de opiniones. “Lástima que Violette no saliera premiada”, se oye decir a unos… “Yo hubiera votado al blog de los días impares” dice otro; “Es que hoy es par: no podía ser”, responde el graciosillo de turno.  En medio de las deliberaciones, de repente, sin apenas tiempo para que nadie haya salido de la sala,  varias personas que todavía permanecían en sus asientos, emiten un “Ohhhh!” de sorpresa. Se vuelven a encender los focos. El público sorprendido dirige sus miradas al escenario.  Algunos, se vuelven a sentar en sus butacas azul cobalto, esperando una suerte de remake del espectáculo (“¿Con qué despampanante modelo nos sorprenderá MK esta vez?” piensan todas).

Srta. Xènia
Desde detrás de las cortinas han aparecido, cada uno por un lado, la encantadora MK y el pachanga del Veí de dalt. Ella va vestida a lo Lara Croft. Él es casi una calcomanía esperpéntica de Indiana Jones; con un salchichón mustio en la mano. “Veí, te dije que cogieras un látigo…”. “Dijiste un fuet…, quién iba a pensar que te referías al de dar azotes…? Además…, se lo quedó Emily en la última sesión de bondage que tuvimos en el Regàs.”

MK coge con firmeza el micrófono:

—Ejem..., ha sido una noche larga, llena de sorpresas y de momentos muy emocionantes... Pero no podemos irnos sin darle a nuestro querido Paseante un caluroso aplauso que tanto se merece por la organización de esta maravillosa gala de los Óscars de Blogville.

El Veí hace ademán de añadir algún latiguillo al uso, pero MK, con una mirada severa, lo frena de golpe. El hombre se queda con la boca abierta y el dedo en el aire. “Iba a decir que Maiestard para la misericordia…”, remuga entre dientes. Calla y se queda con su cara de bobo habitual. Desde las primeras butacas se oye alguna risa corta.

Don Veí de Dalt
El público empieza a aplaudir alegremente. Los aplausos van subiendo de tono. Desde el fondo de la sala se empieza a vociferar su nombre (básicamente por parte del público femenino) dando sentidas palmadas, silbidos y algún aullido ronco. “Debe ser Mélange, que no deja de fumar”, piensa el Veí. Se oyen gritos de ánimo y algunas frases totalmente indescriptibles a causa del enorme y repentino algarabío. Parece que todos los asistentes tienen el Alma abierta. Entre todos, se oyen los chillidos histéricos de alguna jovencita. “Debe ser la Rateta, que le han pisado la cola…” farfulla entre dientes el Veí. Entre diferentes reclamos se entreoye un “¡Queremos un hijo tuyo!” MK, sonrojada, le dice al oído del Veí: “No te emociones, cariño; no se refieren a ti. Te puedes subir la bragueta”.  En el escenario llueven claveles y alguna rosa roja (“Seguro que es de Travelant amb roses, que a ella le sobran…”) y, entre estas, una prenda íntima de mujer. Un tanga fucsia, para ser precisos. El Veí lo recoge veloz como un rayo y se lo guarda en el bolsillo, soñando en encontrar a su propietaria a la salida y devolvérselo en el mismo lugar que ocupaba antes de caer al escenario. “Y si fuera de Llum de dona?”. Sin embargo, el Paseante no aparece ni paseando ni arrastrando sus gastadas zapatillas de anciano por ningún lado. 

MK vuelve a insistir, esta vez con un tono de voz más enfático:

Srta. RaTeta
—Paseante, por favor, te rogamos subas al escenario con nosotros. ¡Mira que ya se está haciendo tarde y el Veí empieza a tener hambre!
— ¿A qué tipo de hambre  te refieres, preciosa?
—A las dos, cariño. A parte de la habitual, sé que es la hora de tus potitos de verduras Bledine.

El público continúa aplaudiendo, pero ni rastro del protagonista.

Una voz femenina en off¸ que parece venir de Lejos, requiere, así mismo, la presencia al escenario del Paseante. Nada de nada. Ni rastro.

Las cortinas se vuelven a subir a toda prisa y en la pantalla panorámica donde anteriormente aparecían las imágenes de los blogs nominados, aparece ahora, el rostro enjuto del Paseante y encima de su imagen una frase: ¡SE BUSCA! El detalle de la fotografía no pude esconder sus numerosas arrugas y las canas que delatan su edad. “Veí, ¿se puede saber qué has hecho con el Photoshop?”, le espeta de golpe MK, indignada. “Nada, un retoque de última hora. Yo sólo enseño la Verdad al Límite”, y al acabar de decirlo aparece sobreimpresionado en la imagen un “Vivo, o (mejor) muerto”. El Veí se ríe para sus adentros. MK le lanza una mirada asesina. A veces, un gesto vale Más que mil palabras.
Srta. Vida

El Veí de dalt, para despistar la atención,  coge el micro y espeta al público:

­—Quizás esté en el lavabo... Alguien debería ir allí…

En verdad, la sugerencia (por venir del Veí) no parece una idea tan descabellada. Dos miembros de seguridad van a mirar en los lavabos. A los cinco minutos vuelven negando con la cabeza.

—Nada.
Srta. Llum de Dona
—¿Habéis mirado en el de mujeres? —añade el Veí, intentando dar al traste con todo el séquito de admiradoras (MK a la cabeza) e intentar demostrar lo que él siempre había sospechado: que el Paseante era un travestí.

—Ni en el servicio de caballeros ni en el de damas. Sólo había un fraile con el hábito alzado mostrando sus vergüenzas a una sorprendida candidata de esta noche. Parecían que hablaba de llevársela a un País secret.

Fra Miquel haciendo adeptas, seguro… —sugiere MK.

Don Fra Miquel
El Veí sale disparado del escenario y se dirige hacia el camerino del Paseante. “Seguro que el muy bellaco se esconde detrás de un biombo”. “O se ha camuflado de tortuga en el Aquari”. Pero allí no hay nadie. Mira dentro de los armarios (“a ver si finalmente sale del mismo”, piensa), debajo del tocador, detrás de las cortinas, dentro de los inmensos floreros, dentro de la bañera (allí sólo quedan restos de un Gel de ducha (“¡No con ella, no! No puede ser ¡Imposible!”); incluso debajo de la alfombra. El Paseante no aparece. El Veí frunce el entrecejo (imposible, porque no tiene), y se rasca la cabeza (de eso sí tiene, poca, pero  dura) con su mano derecha. La izquierda la tiene ocupada rascándose sus partes. Es cuando mejor piensa. En su expresión se puede percibir un signo de interrogación enorme y contenida perplejidad cuando vuelve al escenario.

Srta. Helena
—Este hombre seguro que estará embobado en la Luna de Miranda mirando las piernas de alguna actriz púber….
—Querrás decir la Luna de Valencia…—le corrige MK.
—Sí claro, ¿en qué estaría yo pensando?
—Pensando, no sé; si es que piensas en nada, pero mirar, sé que no me quitas ojo de mi escote…
—Uy! Si yo tuviera Patente de corsario para navegar entre tus mares…
—Será de corso… —le corrige de nuevo MK, ya chamuscada de aguantar las bribonadas del Veí, de dar largas al público y de esperar que aparezca el deseado.

Srta. MK
De pronto suena un teléfono. “Es mi smartphone”, dice MK. Saca, presta, de uno de sus mini bolsillos colgados del cinturón, un móvil de última generación, extraplano y extraligero. Se le oye hablar muy cariñosamente con un tal Atikus; que parece ser compañero de correrías fílmicas del interfecto (Paseante sólo sale de casa para comer gominotas en los cines) y que parece poder dar alguna pista sobre su paradero. MK coge, discretamente, de la mano al Veí de dalt apartándolo un poquito del centro del foco de luz.  Pero igualmente se puede ver cómo discuten frenéticamente los dos.

Vuelven al centro del foco. MK carraspea un poco, parece que va a hablar:

—Queridas y queridos amigos; al parecer, nuestro Paseante se ha dado a la fuga. Me acaban de informar que vieron en su escritorio dos billetes de avión para las Bahamas y que un vecino, desde el anonimato, ha confirmado haberlo visto con pantalones cortos de florecillas y una maleta de todo a cien  pidiendo un taxi. Que nadie se preocupe, que no cunda el pánico, el avión aún no ha despegado, nos quedan unos minutos... Veí: por favor, llama al aeropuerto y ¡no dejes que despegue el avión!
— Y... ¿¿Cómo lo hago??
Don Aquari
—Yo que sé..., pon Fil a l’agulla, como sueles decir, e invéntate algo, ¡rápido!, ¡¡Diles que es un asunto de seguridad nacional; que Zapatero está a punto de huir con el amante de Rajoy!! Yo me voy a buscarlo con tu flamante Vespa... –y desaparece saliendo a toda prisa, con su cabellera al vuelo y dejando atrás el aroma de su perfume embriagador.

Después de unas llamadas y de diez minutos de espera, el Veí con cara de bochorno vuelve a coger el micro:

Srta. Duchsgel
—Que nadie se impaciente, traerán más canapés y champagne en breve. Creo que sobró algo de la última verbena de San Juan en la terraza… Puede que estén un poco mustios…; si no se los ha zampado ya el Gatot; que el hombre arrasa con todo lo que encuentra.

Y se va cabizbajo, dejando el escenario más vacío que las arcas del estado.

Entre bambalinas el ajetreo y los nervios dejan paso a un momento de calma. Alguien trae xampany y unos canapés. Fra Miquel vestido con esmoking cruza el pasillo y corre al despacho del responsable de marketing. Deja unas bandejas encima la mesa y con una voz digna del mejor barítono se ve rodeado de un glamour digno de esta gala.
Srta. País Secret
Se escuchan voces susurrando la enigmática fuga del Paseante…Quizás dice una voz femenina está en Colmenar Viejo donde parece tener buenas amistades… quizás se ha ido a canviar de traje (se sabe que es muy presumido…) quizás se ha dado a la fuga con una de las azafatas del certamen…
Todo son especulaciones…
El xampany corre i la espera se hace más pasajera.

 
De pronto aparece MK con un nuevo y glamuroso vestido plateado (¿cómo puede esta mujer cambiarse de prendas tan rápidamente y que, además, todas se le ciñen perfectamente al cuerpo?) que deja a las mujeres sin respiración y a los hombres bombeando sangre a la entrepierna. A su lado el Veí con un elegante traje color azulado, camisa de cuadritos y corbata a rayas azul y grana; se queda con la boca abierta. Pero eso ya es habitual en él.

Don Tanguito
MK le cuchichea al Veí algo que ni él mismo logra entender y en ese preciso momento aparecen dos niñitos preciosos, uno trajeado con un vestido color vainilla y otro de chocolate de luxe. Saludan a nuestros presentadores y éstos se agachan un poco para poder oírles. Parece que tienen algo muy importante que decirles. La escena recuerda  la de una película: The lost art of a keeping a secret, que creo también ganó algún Óscar por allá los cincuenta.

El público, desde platea, desde el anfiteatro y los palcos laterales, sigue expectante el entrañable espectáculo de los dos angelitos y los presentadores, pero se quedan tremendamente sorprendidos y desesperados cuando en un tris los cuatro, por arte de birlibirloque, vuelven a desaparecer detrás de bastidores. Se empiezan a oír silbidos de desaprobación.

En ese mismo instante empieza a sonar la Banda Sonora Original de "Misión imposible". El público cuchichea entre sí, algunos con expresión divertida, otros con expresión preocupante y, algunos, impacientes, pero discretos. El Veí vuelve a aparecer y dirigiéndose al público les da la buena nueva:
Srta. Be Wild

— ¡Ahora sí! Tenemos el gusto de comunicarles que el Paseante ha sido localizado, en...— y sin dejar que acabe la frase, el público le interrumpe, y aplauden todos a la vez, levantados y  vitoreando su nombre “¡Paseante, Paseante!”. Parece como si Messi hubiera marcado el gol que daba al Barça la copa de Europa.  ¡Y él, que es perico de pura cepa!

Acto seguido surgen de la concha, ahí donde se esconden los apuntadores, los dos niños que, a la par, son presentados como los sobrinitos del bien hallado protagonista, asidos de las manos de éste y MK detrás, en segundo plano. Entonces, MK y el Veí de dalt hacen un aparte y dejan al Paseante con sus sobrinos a cada lado, asidos de sus manos, en medio del escenario. El público estalla en renovados aplausos y vítores. Tierna escena.

Don Òscar, vestido de blanco en homenaje al realmadriT
La voz en off se hace oír por todo el teatro: “¡Shhhhhhhhh, silencio! Parece que nuestro querido protagonista va a  tomar la palabra...”

— ¡Ejem! Ehhhh, yo...., err, yo..., mmmm, err...
—Va, tío, no te cortes, porfissss— le interrumpe el pequeño Hayden, el que va vestido de color vainilla y le conoce sus arrebatos de timidez.

El faraoncito Nil añade:

— ¡Jopetas, tío, habla..., yaaaaa, que quiero irme a jugar....
— Tío, que esto es más fácil que besar a una chica, vengaaa...—, añade el pequeño Hayden; que sabe donde poner el dedo en la llaga.

El Veí de dalt aprovecha la interrupción para dejar ir, a micro cerrado: “Ahora todo el mundo se dará cuenta que soy yo quién le escribe los posts. Si no sabe ni poner un sujeto, verbo y predicado en orden, el muy tanoca…”

Srta. Filadora
El Paseante se arma de valor, se aclara la voz y dice con voz algo temblorosa, pero muy feliz y sorprendido:

—Ejem... Muchas gracias, ehhh, es un honor inmerecido... Errrrr, por primera vez no tengo palabras para agradecer tanto cariño y reconocimiento, errrr, insisto..., inmerecido.

Y se puede ver cómo se le resbalan unas lágrimas por sus mejillas. Está felizmente emocionado, se quita las gafas de plexiglás durante unos segundos y se seca con sus dedos índice y corazón algunas de las lágrimas derramadas.

—Yo, es que soy un tímido y romántico empedernido... Errr... Os voy a desvelar un secreto. Menos mal que hoy es domingo y no martes, ni tampoco va a correr la sangre... Ejem, todo el rato he estado escondido ahí debajo (señala el sitio donde se pone el apuntador, en la concha), en un baúl lleno de telas preciosas de Damasco, estaba muy cómodo entre las bellísimas vestimentas de esta ópera prima... Desde una rendija podía oír cómo me estabais buscando... Me daba risa, porque el miedo produce risa, y es que ya os he dicho..., errrr soy muy tímido...
Srta. Amber

Otra ovación irrumpe su improvisado y encantador discurso...

“No… Si al final va a parecer que el hombre sabe hablar y todo…Quizás habrá aprendido a fuerza de copiarme…”, susurra para sí el Veí. La MK, que lo ha oído, le da un golpe seco en la espinilla con su talón kilométrico. “Uaaaaah, eso duele!”. “Pues para de decir sandeces y atiende”, le espeta. Ya añade: “¡Celoso, que eres un celoso!”

— Hace unos cuatro años que salí al mundo. Bueno, ejem, es evidente que tengo unos cuantos más, ya lo veis —dice señalando la pantalla que tiene detrás suyo … (risas encubiertas) —; quiero decir que hace unos cuatro años aparecí en la escena virtual, en el mundo de los blogs. Hasta entonces sólo miraba el mundo al lado del señor gris… (al evocarlo, se le entrecorta la voz), paseando con él por el Turó Park o por el país de la niebla…

“Mira que es pesado el niñato con el peñazo del perrito y del parque éste de pijos…” empieza a susurrar el Veí. “Uaahhh! ¿Otra vez?” “Cállate, o el próximo taconazo te lo clavo allí en medio”, le dice MK señalándolo sus partes nobles.

Srta. Maiestard y acompañantes
—…pero mi verdadero país sois todas vosotras, bueno, vosotras y vosotros…ejem..; quiero decir, que me hacéis vivir en las historias que os cuento y en los comentarios que me dejáis. ¿Qué sería El Paseante sin vuestro cariño? Un cojo en medio de un país yermo… Un ciego en un país de ignorantes… Un anacoreta en una columna del desierto…”

“Este hombre ha bebido, seguro. Y encima se hace el poetilla…, no te digo…”. “Veí, mira que te doy con los dos tacones a la vez…”

 —… Soy feliz. Sí. Aunque os parezca lo contrario o que no sepa expresarlo con palabra claras. ¿Sabéis? Cuando paseo por los rincones de mi Turó Park siempre pienso en alguno de vosotras…Bueno, de vosotras y vosotros. Incluso con él a veces (al decirlo, gira la cabeza hacia donde está el Veí). De alguna manera u otra, leeros alimenta mi espíritu y las ganas de superarme.  Sois fantásticas y fantásticos. No cambiéis. Nunca. Porque en mis posts siempre hay algo vuestro que os pertenece; que os quito de vuestra esencia y que intento devolvéroslo con mi mayor energía. Perdonadme si no os alcanzo.  Mis paseos solitarios o en compañía son mi mejor medicina. Ojalá no se acaben nunca…

El público rompe a aplaudir. Las chicas chillan. Algunas lloran. Otras ya se han despojado de sus prendas íntimas. Aunque lo niegue, al Veí también le cae una lágrima que pasa raudo a enjugar con la palma de la mano: “Estos focos que deslumbran…”, dice a MK. Pero ella ya no lo oye. Ya nadie oye nada. Hay un fervor casi místico en la sala. ¿Quizás la avenencia de un nueva religión? Va cayendo el telón. El Paseante recoge una rosa del suelo. La huele. La besa. Y se la lleva al corazón con las dos manos. La ofrece al público. Ruge la marabunta. La lanza al vuelo. La platea es un grito unánime: “¡Paseante, Paseante!”. Todos los ganadores de un óscar  los muestran en alto señalándolo a él. Como si se lo devolvieran. Sus sobrinos lo cogen de la mano y lo llevan hacia dentro. Cae el telón. Y los aplausos siguen durante quince largos minutos.
Don Paseante
MK sólo logra balbucear: “Irrepetible. Inolvidable”. El Veí responde: “Cierto: nunca olvidaré tu escote”.

Pd: El discurso del Paseante es robado del Veí de Dalt. :)


THE END
  
Equipo de Guionistas: Amber, El Veí de Dalt, Filadora y Joana
Equipo de Imagen: Be Wild, Commuter, La RaTeta Miquey y Violette